
«Blowin’ in the wind» de Bob Dylan impulsó a Sam Cooke a pronunciarse también contra la discriminación y el racismo que sacudía los Estados Unidos a principios de los 60. Reflejando varias experiencias personales, compuso un himno: «A change is gonna come«.
A la sazón, Sam Cooke era una estrella, uno de los primeros afroamericanos que había conquistado a la audiencia blanca gracias a su elegante soul con toques pop, con canciones pegadizas como «You send me», «Wonderful world», «Cupid», «Twistin’ the night away», «Bring it on home to me» o «Another Saturday night».
Además, Cooke era el propietario de su propio sello discográfico, SAR Records. Estábamos ante un negro que triunfaba en un mundo de blancos. Pero su conciencia no estaba tranquila; no había llevado a cabo una gran labor sobre la defensa de los derechos civiles y la igualdad.
El 8 de octubre de 1963, Sam Cooke llegó a Shreveport, Luisiana, junto a su esposa y su banda. Cuando se presentaron en el motel donde había hecho la reserva, el recepcionista les dijo, nervioso e incómodo, que no había habitaciones disponibles. Pero lo que de verdad quiso decir es que no había habitaciones disponibles para negros. Sam Cooke se enfadó enormemente y gritó exigiendo ver al director del local. Su mujer intentó calmarlo, pero el músico seguía en su empeño. Al final, la policía arrestó a Sam Cooke y a su banda acusándolos de perturbar el orden público. El suceso no fue más allá y le pusieron en libertad, aunque para Cooke fue muy humillante.
En junio de ese mismo año, Vicent, su hijo menor, de apenas dos años, había muerto ahogado. Esas experiencias le hicieron reflexionar y escribió letras más profundas y personales. Cooke cambió el motel por un cine en «A change is gonna come» y el dolor de la muerte de su hijo lo expresó en los últimos párrafos del tema:
Hubo momentos en los que pensé que no podría aguantar mucho más / pero ahora creo que soy capaz de continuar.
«A change is gonna come» se incluyó en el álbum “Ain’t that good news”, de 1964, el último disco de Sam Cooke en vida. El 11 de diciembre de ese mismo año, la conserje del motel Hacienda, situado en Los Ángeles, mataba al cantante a balazos justificando que lo había hecho “en defensa propia”. El cadáver de Cooke casi desnudo y una joven que aseguraba escapar de él mancharon el final de su carrera. Fue uno de los episodios más confusos de la música. La conserje declaró que el artista había violado a una joven. No se quiso dar mayor revuelo al incidente, por lo que no se inició una investigación formal de lo sucedido (Sam Cooke estaba casado y tenía hijos) acabando todo en un veredicto de homicidio justificado. Hasta hoy el caso siembra dudas. No obstante, se ha planteado una hipótesis bastante convincente de lo sucedido: Sam Cooke fue la noche citada al motel Hacienda de Los Angeles, acompañado por Elisa Boyer, una joven de 21 años que acababa de conocer en un club. Sam había actuado en la ciudad y posteriormente salió de fiesta con la chica, terminando en dicho motel. Según una versión, la joven se escapó más tarde con unos 5 mil dólares del cantante y, para evitar que Cooke la siguiera, se llevó su ropa. Pero el artista salió tras ella, vestido con sólo una chaqueta, hasta recepción, donde Bertha Franklin, la dueña del motel, le disparó sin consideración, seguramente aterrada al ver en plena noche a un individuo desnudo y corriendo hacia ella.
«A change is gonna come» se convirtió en el estandarte del movimiento contra la discriminación racial, aunque Sam Cooke ya no estaba para observar el cambio que había pronosticado.
Fuente foto de la entrada: Billboard Magazine