
Julio Castejón es una de las principales figuras del panorama musical nacional de los últimos 40 años. Con ASFALTO ha compuesto y grabado canciones que forman parte de nuestra vida. Guitarrista, cantante, teclista, compositor y un largo etcétera de adjetivos relacionados con la música, definen a nuestro invitado de hoy. Veamos qué nos cuenta.
Háblanos de esos primeros años de tu relación con la música. ¿Qué te llevó a acercarte a ella? ¿Qué grupos o músicos te influenciaron?
Ya de niño me interesaba la música. En casa no había tocadiscos pero la radio estaba puesta casi de continuo. Me aprendía las canciones que escuchaba y las cantaba con relativa facilidad. Digamos que tomé conciencia que cantar no se me daba mal y que, además, me gustaba. Ya de adolescente me agarró de lleno la explosión del fenómeno Beatles y a partir de ese momento quise tocar la guitarra y hacer un grupo. Esto nos pasó a muchos, lo realmente curioso en mí, es que esa pasión me ha acompañado de por vida.
La grabación del primer disco de Asfalto representa los años de la transición y los anhelos de libertad, de nuevas experiencias y por ello una nueva música. Esta es la auténtica «movida» y no la que se inventaron después, cuatro iluminados, desde el púlpito de Radio3.
¿Cómo se formó Asfalto? ¿Se rodó el grupo en los directos? ¿Cómo fue la grabación del primer disco?
Hacía 1967 comienzo a tocar. Todo el día estaba tocando. Tuve un acercamiento a un grupo que se frustró porque en aquel tiempo fui becado por IBM para estudiar computación, que se llamaba. Pero dos años después, cuando mi voluntad de ingresar en un grupo es cada vez más evidente, paso a formar parte de los HANDICAP, una banda del barrio de Atocha, en Madrid. El 25 de agosto de 1969, por primera vez actúo y me pagan por ello. Este grupo pertenecía al mismo barrio que los TICKETS; ellos iban un peldaño por encima de nosotros, heredábamos los instrumentos que ellos iban desechando. Eran una banda fantástica, de las mejores que se podían escuchar en la ciudad. En ella militaba José Luis Jiménez. Durante un tiempo compartimos local de ensayo y de ahí surge una admiración mutua entre nosotros, lo que cristaliza en el proyecto ASFALTO ya en la primavera de 1974. Se inicia aquí un proceso de enorme actividad. Cientos de conciertos culminan con la grabación del primer LP, inaugurando Chapa Discos, un sello que pretende dedicarse a acoger las nuevas bandas del rock patrio. Son los años de la transición y los anhelos de libertad de la gente que demanda nuevos hábitos, nuevas experiencias ya en libertad y por ello una nueva música. Esta es la auténtica «movida» y no la que se inventaron después, cuatro iluminados, desde el púlpito de Radio3.
Cuando se produjo la marcha de José Luis Jiménez y Lele Laina, ¿por qué ocurrió? ¿Fue duró seguir adelante? ¿Viste en algún momento que era el final de la banda?
Había cierta decepción por cómo se había realizado la grabación del disco, un sentimiento que en realidad todos compartíamos. Si a eso le unes que Jiménez y Laina, ya tenían en mente desde meses antes que podrían hacer una banda mejor sin Cajide y sin mí, pues ya tienes la causa de la ruptura. Una ruptura innecesaria, que dañó una carrera que tal vez hubiera puesto Asfalto en lo más alto del rock cantado en español. Ellos nunca consiguieron hacer una banda más grande que Asfalto que se sostuvo perfectamente sin ellos, aunque no fue cosa fácil. Hoy todo esto queda como un dato en la historia y el paradigma de lo torpes que a veces llegamos a ser los músicos cuando nuestros anhelos de triunfo pueden ser tan ciegos como para despreciar otras realidades positivas, como por ejemplo, en nuestro caso, la fuerza y el convencimiento que había en una relación de amistad y esfuerzo compartido que se ejercía bajo el afecto que los unos sentíamos por los otros. Así lo veo.
José Luis Jiménez y Lele Laina, cuando dejaron Aslfato, nunca consiguieron hacer una banda más grande, y Asfalto se sostuvo perfectamente sin ellos, aunque no fue fácil. Hoy todo esto queda como un dato en la historia y el paradigma de lo torpes que a veces llegamos a ser los músicos cuando nuestros anhelos de triunfo pueden ser tan ciegos como para despreciar otras realidades positivas.
¿Condicionaron las modas y los medios de comunicación a los grupos de rock de los 80? Es decir, ¿tenías que definirte y encasillarte en este o aquel sonido, en esta o aquella imagen o estabas perdido? ¿Esto os perjudicó? ¿Llegó a inlfuir en Asfalto esa presión medática?
Créeme que a Asfalto le ha traído sin cuidado estar clasificado de uno u otro lado. Nosotros hacíamos la música que sentíamos, la que queríamos hacer. Y sí, en un mercado donde lo que no se etiqueta no se vende, eso puede perjudicar respecto de ciertos objetivos. En los 70, todo era rock, en los 80 este se adjetiva. Pero al final, si has conseguido ser identificado por tu propio nombre, ¿qué sentido tiene etiquetar lo que haces? Hoy la gente no acude a un concierto de rock cuando nos viene a escuchar, directamente asiste a un concierto de Asfalto. Y punto.
No has dejado de publicar discos con Asfalto durante todos estos años. ¿Entre todos ellos hay alguno del que te sientas orgulloso de manera especial? ¿Por qué? ¿Y alguno que hubieras preferido publicar de una manera diferente (portada, letras, música, etc.)?
Cada disco representa una época, un momento vital, y yo no hago distingos entre uno y otro tiempo de los que me ha tocado vivir; sinceramente, todos han contribuido a que sea quien soy. Es cierto que hoy escucho esos discos y hay cosas que cambiaría, esta o aquella canción, algún diseño, títulos, algunos que no fueron comprendidos, como por ejemplo «Solo por Dinero» que nadie entendió el sarcasmo y mejor haberlo obviado. Pero en el balance, el nivel de aceptación de mi propia obra, digamos que es alto; espero que no se vea en esta expresión un gesto vanidoso. Pero sigo pensando, afortunadamente para mí, que lo mejor aún lo tengo por hacer.
Como Julio Castejón has publicado «¿Hay alguien ahí?» (2000), «El corazón de la manzana» (2004) y «Vía Cortada al Paraíso» (2011). ¿Hay una evolución musical entre ellos? ¿Necesita el músico alejarse de su grupo para volver a encontrarse?
Son tres discos diferentes entre sí. Los hice porque yo necesito hacer música y, si no la puedo hacer a través de Asfalto, pues la hago con mi propio nombre. Me parece que los discos que firmo yo se encuentran más libres de crítica que los que hago con Asfalto; por decirlo de otro modo: me puedo permitir más licencias, puedo investigar desde otra perspectiva y me puedo equivocar sin dañar la trayectoria de una banda que posee un público que para nada debiera sentirse decepcionado.
En 2009 Asfalto publica «Al fin vivos». Han sido 30 años de espera hasta que Asfalto ha publicado un disco en directo. ¿Por fin llegó el momento? ¿Qué músicos e invitados compartieron escenario contigo para esta grabación?
Asfalto nunca encontró el mejor momento para hacer un vivo hasta aquel 2009 donde precisaba mostrar a la gente que Asfalto no era yo y unos músicos acompañándome, sino que éramos y sonábamos como una banda. Eso creo que quedó patente. Hubo algunos invitados que quisieron compartir escenario con nosotros para un momento tan excepcional. Pero se hacen notar más los que no están que estos. Todos fueron invitados pero… la soberbia es el pecado original asentado en la mayoría de los músicos.
La capacidad de experimentar emoción sobre un escenario no se ha extinguido en mí. Sigo viviendo la música apasionadamente. Sigo vibrando como siempre, y si cabe más, liberado, como estoy, de esas cosas que se sitúan en los márgenes de esta profesión pero que le son inherentes.
Vamos a hablar del último trabajo de Asfalto, «El color de lo invisible» (2014). ¿Cómo ha sido la composición y grabación del disco? Paul Castejón se ha encargado de la producción y arreglos. ¿Vienen fuertes las nuevas generaciones de músicos? ¿Quiénes son los componentes actuales de Asfalto?
Son muchas preguntas. Comenzaré por citar que el disco está realizado por Arturo García (batería), Gere (Bajo) y por mí. Son músicos implicados desde el comienzo. Paul Castejón ha sido productor, es decir quien determina la fórmula técnica a aplicar el proceso y quien en definitiva es responsable de que suene como suena: maravillosamente bien. El contenido del álbum se establece de forma consensuada y democrática. Había más de veinte ideas y de entre ellas se seleccionaron las que se incorporarían definitivamente al álbum. Posteriormente a la grabación del disco, Paul se ha incorporado de manera definitiva a la banda, así como Nacho de Lucas, que es el actual teclista. Son músicos jóvenes que tienen una formación musical que ni tan siquiera yo mismo tengo. Aprendo mucho de ellos. Arturo y Gere son dos componentes que vienen a Asfalto mostrando un currículo enorme, formado de acompañar a los nombres más mediáticos de este país; y si lo han hecho, es porque acreditan estar entre los mejores.
Has tocado, colaborado y actuado con infinidad de músicos, ¿Nos podrías contar alguna anécdota que te haya marcado en tu carrera profesional?
Sí, la primera vez que me subí a un escenario con José Luis Jiménez. A partir de aquel día supe que había dos formas de relacionarse con la música: la profesional y la pasional; yo opté por la segunda viéndole a él.
La música no está apoyada por nadie, ni por el ejecutivo, ni por las instituciones, ni tan siquiera por la gente… La música, respecto a los tiempos en los que comencé, ha perdido valor de apreciación.
Después de más de 40 años de carrera en la música, ¿se siguen viendo las cosas igual que cuando empezaste? ¿Va perdiendo uno la inocencia por el camino? ¿Crees que la música está apoyada por las instituciones públicas? ¿Se ve al músico cómo un profesional?
Si enlazo con lo que acabo de decir en la respuesta anterior, puedo decirte que la capacidad de experimentar emoción sobre un escenario no se ha extinguido en mí, por tanto, sigo viviendo la música apasionadamente. Sigo vibrando como siempre, y si cabe más, liberado, como estoy, de esas cosas que se sitúan en los márgenes de esta profesión pero que le son inherentes. Me da igual ser más o menos tenido en cuenta por los medios, de veras que sí, y, si aún me acerco a ellos, es porque necesito ver gente en los conciertos en número suficiente que justifique que, quienes están acompañándome en esta aventura, mis compañeros en Asfalto, se vean retribuidos. Definitivamente la música no está apoyada por nadie, ni por el ejecutivo, ni por las instituciones, ni tan siquiera por la gente… La música, respecto a los tiempos en los que comencé, ha perdido valor de apreciación. El gratis total ha contribuido a ello. Hoy puedes poner un grandísimo violinista a tocar en el metro, la gente ni por unos segundos se parará a escucharlo porque ni lo aprecia ni tiene tiempo para detenerse en estas cosas. Esto mismo se puede extrapolar a los conciertos: el público adulto vive en su propia desesperanza aplastado en un sillón, y a los jóvenes, salvo excepciones, la música se la trae al pairo: es sólo un ruido de fondo mientras están en otra cosa. Negar esta realidad es negar el fracaso de todo un sistema de educación que ha procurado jóvenes muy poco educados en la comprensión, la estimulación y el disfrute del universo emocional. El sistema los hace seres prácticos, por si los necesita para ser productores, mientras tanto le sirven con que sean tan consumistas como les sea posible. Esta es la gran decepción y el gran fracaso de mi generación que no hemos sabido explicar a nuestros hijos en qué consiste el ejercicio de la libertad.
Gracias por dedicarnos tu tiempo Julio, si quieres comentar cualquier cosa a nuestros lectores…
Gracias a vosotros.
Gran banda y gran entrevista. Muy de acuerdo en muchas cosas de las que dice pero se le nota algo quemado y frustrado. Y no me extraña porque éste país ha dado grandes artistas y no se les reconoce (jamás pondrán a un aeropuerto el nombre de alguno de ellos). Pero somos muchos los que nos apasiona la música, vamos a conciertos, compramos discos y montamos grupos…
Salut!!!
Hola Javirock
Sí, somos muchos los que vivimos la música de forma pasional, pero las nuevas generaciones, creo yo, lo ven de otra forma diferente. Como dice Julio, es algo que se pone de fondo, no es lo principal. Espero estar completamente equivocado.
Gracias por tus comentarios!
Hola,
Antes escuchábamos música. Colocábamos el vinilo de «The Crime of the Century» o «The Dark side of the Moon» y lo escuchábamos entero, porque el orden de las canciones era importante. Disfrutábamos.
Ahora no se escucha música; se consumen acciones. Ha cambiado el paradigma. Es así amigos, nos guste o no.
Saludos,
Jesús
Hola Jesús
Para los que compramos música y disfrutamos de ella, sigue siendo importante el orden de las canciones, el arte que acompaña al CD o al vinilo, los músicos, los autores, la producción, donde se ha grabado el disco, etc., esa ilusión no se pierde, otra cosa es para aquellos que ven la música, cómo diría Don Miguel, cómo «el ruido de fondo».
Todavía hay esperanza Jesús, no desistas! 😉
Un saludo