
Quizá Leonard Cohen se asfixió con tanto sexo, drogas y rock&roll; quizá fue el desasosiego que le producía su compleja y depresiva mente. Buscó alivio en la meditación. Y la consiguió.
En 1967, Leonard Cohen (Montreal, 1934), empezó su carrera como músico. Sus canciones eran una mezcla de amables melodías y oscuros textos, fruto, como decía antes, de una personalidad depresiva.
Si alguien elige seguir un camino espiritual, debe buscar un maestro. Y como dijo el místico persa Yalal ad-Din Muhammad Rumi, «Todo aquel que actúe sin guía empleará doscientos años en realizar un viaje de dos días».
A principios de los años setenta, Cohen conoció al roshi Kyozan Joshu Sasaki (Sendai, 1907), un maestro zen japonés que se había afincado en Los Ángeles en 1962 para enseñar meditación a los ricos americanos, como Richard Gere y Oliver Stone.
Durante veinticinco años, el artista canadiense fue profundizando en la meditación zazen de forma constante, con retiros intensivos. La intensa práctica durante las décadas de los setenta y los ochenta le costó a Cohen muchos esfuerzos y lesiones en las rodillas, pero a cambio se vio recompensado: mejoró su concentración en el trabajo, su personalidad se cubrió de una noble aura, y en su vida cotidiana disfrutaba del momento. En una entrevista, Cohen dijo:
La meditación zen fue endulzando mi día a día hasta límites insospechados. De pronto, la vida tenía sentido por sí misma. Recuerdo sentarme en la cocina de mi casa, mirar a la calle por el ventanal, ver los rayos de sol reflejarse en la carrocería de los coches y pensar: esto es maravilloso.
En 1994, tras 25 años meditando, Leonard Cohen tomó una decisión vital: ingresar en el Mount Baldy Zen Center, el monasterio de su maestro Sasaki ubicado en Los Ángeles. El músico tenía sesenta años y, como confesaría años después, estaba en pleno bajón:
Tras la gira del disco ‘The Future’, caí en picado. Había bebido muchísimo y mi salud estaba tocada. Así que decidí retirarme, cuidarme como nunca lo había hecho. Al fin y al cabo, un monasterio zen es un lugar de rehabilitación para personas desquiciadas por la vida. Por su rigurosa disciplina, los monjes zen son una especie de marines del mundo espiritual.
Sasaki, el maestro de Cohen durante tanto tiempo, lo recibió encantado y hasta le construyó una cabaña para él solo. Durante dos años, el maestro disciplinó a Leonard en un entrenamiento intenso pero purificador.
El cantautor explicó así su rutina diaria:
Te levantas a las tres de la mañana, te pasas trece horas meditando y cinco trabajando: cortas verdura, das de comer a las gallinas o limpias lavabos. Me encanta. Es perfecto.
Las horas de meditación se extendían desde las tres y media de la mañana hasta las diez de la noche, interrumpidas con frugales comidas que los monjes comían en silencio, sentados cada uno en su zafu o cojín de meditación.
En el templo, Cohen era tan solo uno más que meditaba durante horas en la postura del loto, con las manos en mudra. No podían moverse, dormirse o cerrar los ojos. Para estirar las piernas, los alumnos hacían kinhin, una meditación de pie dando cortos pasos.
A pesar de la durísima disciplina del templo, Cohen vació su mente y se fue sintiendo cada vez mejor.
Precisamente, lo que me interesaba era rendirme a ese tipo de rutina. No tener que pensar lo que vas a hacer después es un verdadero lujo. Cuando dejas de pensar en ti mismo todo el tiempo, al fin consigues descansar.
Tras dos años de entrenamiento, Cohen se transformó, por dentro y por fuera. Tenía un brillo insólito, una saludable delgadez y una admirable cabeza rapada. De su depresión, ni rastro. Las palabras de Cohen para explicar su cambio son muy potentes:
La meditación no es lo que piensas. Te sientas en absoluto silencio y tu mente empieza a repasar todas tus películas. Durante ese proceso, te vuelves tan familiar con los guiones que mantienes en tu vida que acabas hartándote de ellos. Entonces comprendes que la persona que crees que eres no es más que un complicado guión en el que gastas la mayor parte de tu energía. Tras un examen más minucioso, descubres que tu personalidad te asquea. Y eso es porque en realidad no eres tú. Si te sientes lo suficientemente aterrado por esa personalidad, espontáneamente permites que se desvanezca. Y entonces, si tienes suerte, puedes experimentarte a ti mismo sin la distorsión de esa personalidad.
El documental de 1996 de Armelle Brusq refleja la vida cotidiana de Leonard Cohen en el monasterio, meditando, tomando té y, en definitiva, viviendo una vida tranquila y sencilla, disfrutando del presente.
Me gusta estar en un lugar donde se cuida la comida y hay un sentido de comunidad… tal vez el mundo antes era así. La cultura ya no provee este sentido de virtud y orden… Es necesario entrenarnos para abrir el corazón.

En la cinta podemos ver a Cohen en su pequeño cuarto con una decoración austera, barriendo el piso, o ayudando a su maestro.
Cohen continuó trabajando; componía canciones mientras meditaba. El músico usaba un sintetizador en su cabaña para plasmar los nuevos temas.
La ordenación de Leonard Cohen como monje zen fue el 9 de agosto de 1996. El maestro Sasaki, que entonces tenía 89 años, lo rebautizó con un nombre muy acertado: Jikan, que en japonés significa ‘el silencioso’. Desde ese momento, se convirtió en asistente personal de su maestro, un cargo de gran responsabilidad que cumplió durante tres años pero llevó a Cohen al límite. El final no estaba lejos.
Tras cinco años de intenso entrenamiento, parecía que Leonard Cohen sería uno de esos escogidos y alcanzaría la iluminación, convirtiéndose en un maestro. Pero un buen día de 1999 decidió tirar la toalla.
Hubo un momento en que pensé que podía iluminar mi mundo y el de los que me rodean, que podía tomar el camino del bodhisattva, que es el camino de ayuda a los demás. Pensé que podía, pero no pude. El camino espiritual es un mundo en el que hombres mucho más fuertes que yo, mucho más valientes, más nobles y generosos, se han quedado hechos trizas. Yo no soy un hombre espiritual. Una vez que empiezas a tratar con material espiritual, te haces papilla.
Otras fuentes dicen que abandonó el retiro debido a un desfalco de su asesora financiera, que le robó cinco millones de dólares. Esto le obligó a organizar una gira mundial para sanear su herida economía.
El caso es que, tras colgar los hábitos, Cohen volvió a la espiral de la vida. En 2001, grabó su décimo disco, ‘Ten New Songs’, con las canciones que compuso en el Mount Baldy Zen Center. Además, publicó un libro de poemas titulado ‘Book of Longing’. Sus nuevos trabajos estaban impregnados de una especial sabiduría y un fino sentido del humor.
El maestro Kyozan Joshu Sasaki murió en su monasterio el 27 de julio de 2014. Tenía 107 años. Dicen que conservó hasta el último momento la intuición, la vitalidad… y la libido, ya que era un mujeriego. Cohen piensa en él cuando dice:
Un buen amigo es alguien cuyo único interés es ayudarte a ser tú mismo.
Leonard Cohen murió el 7 de noviembre de 2016 en Los Ángeles, a los 82 años. Siguió actuando, grabando discos y meditando hasta el final.